Lo sucedido en las últimas semanas con los dichos del diputado Jano Segovia en el Congreso, el consecuente y justificado enojo del gobernador y todo lo que de eso ha derivado, no tiene su origen en esos dos personajes, aunque ellos hayan sido los principales actores de semejante episodio en la vida política de San Luis Potosí.
El gobernador es el Ejecutivo del Estado y, se supone, debe tener un trato cordial y respetuoso con los otros Poderes, el Legislativo y el Judicial, para ello, tiene interlocutores en la persona de su secretario general de gobierno, que a su vez, tiene un subsecretario de enlace interinstitucional, que es la conexión directa con los diputados, pero también tiene al presidente de su partido, que se supone, tiene injerencia directa con su bancada en el Congreso y ahí dentro, el coordinador de bancada debería tener una comunicación directa y un liderazgo con sus compañeros legisladores.
Lamentablemente, cuando el secretario general no tiene una buena comunicación con el presidente del partido y el coordinador de bancada; el subsecretario de enlace, va a las sesiones a sacarse selfies para subirlas al face, en lugar de hacer su chamba; el presidente del partido no le arregla ni un juguete descompuesto y es una figura que no representa ninguna autoridad para los diputados; y el coordinador de bancada no es capaz de sacarle una propuesta por unanimidad, el menos responsable del tema es el gobernador.
El dicho de Jano, pudo ser jocoso, o tomarse como ofensivo, pero es la naturaleza del legislador, que ha reconocido que no es político y que cuando mejor se siente es cuando está en su puesto de cajero en la frutería que tiene en Cedral. Pero no se debe olvidar que el PRI lo designó candidato, lo metió a la política y lo hizo diputado, ahora deben asumir las consecuencias de ese y varios otros casos que en esta Legislatura abundan, y tampoco se les puede olvidar el número de votos que representó Jano en su distrito para que el hoy gobernador llegara a la magistratura que ocupa.
Así las cosas en la política potosina….
Si bien, su antecesor, intentó cambiar muchas de las inercias que venía arrastrando el sistema, para mejorarlo, la realidad es que las decisiones resultaron equivocadas y los problemas en lugar de aminorarse, crecieron.
Cuatro temas heredados le vendrán a representar más que una piedrita en el zapato, para su andar en el Cobach; las plazas que asignaron y luego retiraron a más de 140 maestros; el déficit que viene arrastrando el sistema por varios años y que representa varios cientos de millones de pesos; el tema de los uniformes, que obligaron a comprar a los más de 10 mil alumnos de nuevo ingreso de todo el estado y que a unas semanas de concluir el año escolar, miles de ellos siguen sin tener, a pesar de haberlo pagado. La institución podría ser demandada penalmente; y finalmente, el tema de la «desaparición» de 27 millones de pesos que se esfumaron en una cuenta apócrifa y que se investiga su paradero.
Si Marianela Villanueva quiere tener un paso favorable dentro del Cobach, debe revisar el funcionamiento y hacer cambios, principalmente en lo administrativo, para poner gente de su confianza que le ayude con todos los problemas que este sistema conlleva.
Ojalá su dirección en el Cobach sea exitosa…